martes, 7 de agosto de 2007

La nueva ola migratoria, guerrerenses en el suroeste de USA


El empleado debe proporcionar al menos dos formas válidas de identificación como licencia de manejo, Carta de Seguro Social, un pasaporte, un certificado de ciudadanía de la oficina de Servicios de Inmigración y Naturalización, una tarjeta de Alien Residente, una tarjeta de residente provisional o una visa de trabajo (Foto: Marco Antonio Mönge Arévalo)

Por Marco Antonio Mönge Arévalo

Quizá hoy mismo esté pisando una alfombra que ha sido hecha por manos guerrerenses, los cuales, han dejado las ciudades fronterizas como California, y Chicago, Illinois al norte de Estados Unidos, para establecerse en las urbes del suroeste como Dalton, Georgia, ciudad conocida como la Capital Mundial de la Alfombra.
La mayoría de mexicanos que vive en Dalton son de Guanajuato, Durango, Guerrero, Chiapas, Michoacán, Jalisco, y Zacatecas. Han decidido emigrar a esta ciudad pequeña del estado de Georgia por la permanencia de los trabajos y porque “no es como en otros estados (de Norteamérica), donde por el frío” deben de dejar de laborar.
Dalton, tiene una población aproximada de 28 mil habitantes, de los cuales casi la mitad son latinos. Está ubicada al sureste de Estados Unidos y a dos horas de Atlanta –capital de Georgia.
Los guerrerense que forman parte de “la nueva ola migratoria” llegan hasta esa ciudad por los mejores salarios, mejor educación y porque la actitud antimigrante es menor. Otras de las causas es que los migrantes desean un mejor modo de vida para sus hijos, y en las pequeñas ciudades sus hijos no se mezclan en las gangs –término inglés que significa banda: de vandalismo.
En este sentido Chicago, Illinois (ciudad preferida por los guerrerenses) ha dejado de ser el punto de referencia entre nuestros paisanos (aunque no ha disminuido el flujo); “ha dejado de ser un fenómeno regional –concentrada en los estados fronterizos y en Chicago— para convertirse en un fenómeno nacional de carácter irreversible” (Alberto Nájar en Masiosare). Es decir, las ciudades fronterizas como California, o Chicago al norte, han pasado a segundo término.
“Los inmigrantes ilegales no se están dispersando al azar. Van detrás de los empleos”, afirma Gordon Hanson, profesor de economía en la Universidad de California en San Diego. Indica que el crecimiento de la población de inmigrantes ilegales es más intenso “en zonas con poblaciones en crecimiento, donde hay más restaurantes, almacenes, construcciones y comercios. Y en zonas donde la manufactura y mano de obra estadounidense está envejeciendo o desapareciendo”, dice.
David norteamericano residente en Dalton indica: “Cuando era niño casi nunca oía hablar en español. Ahora tengo un amigo –guerrerense— que habla español y que me ha ensañado unas cuantas palabras”.
Los gerentes de la industria de la alfombra están aprendiendo el idioma para poder comunicarse con los empleados. De hecho, la mayoría de las fábricas traducen las instrucciones de los materiales de seguridad.
Hay tiendas hispanas a cada dos o tres cuadras, y los alimentos, dicen los guerrerenses, “han mejorando mucho” porque ahora pueden comer productos que originalmente se producen en México.
En Dalton la población latina que demanda educación creció de 100 niños y jóvenes, en 1989, a más de 3 mil en el año 2000, según datos del Georgia Project. En 1997, las escuelas públicas de Dalton fueron las primeras del estado que pusieron en marcha el Proyecto Georgia, una iniciativa para traer a Georgia profesores bilingües de distintas partes de México.

Nada es color de rosa
Aunque los investigadores afirman que en estas ciudades del suroeste, los sueldos son altos, en Dalton, el sueldo promedio, en las fábricas, es de 6 dólares con 30 centavos la hora, y en gran medida las compañías de empleos temporales son las culpables de que los sueldo bajen, ya que mantienen contratos con las fábricas en donde a la compañía que pacta la mano de obra se lleva una parte del sueldo del contratado, y como no exigen papeles legales la mayoría de guerrerenses acuden a estas compañías; además de que estratégicamente atienden en español.
Un 95% de los clientes de estas compañías sólo habla español, y por lo menos una vez por semana rechaza a un solicitante por carecer de identificación emitida por el gobierno de Estados Unidos.
La mayoría de los guerrerenses tiene mayores ingresos económicos que otros inmigrantes en el resto del país. Pero hay otros, que no los tienen: el pago de cada hora laborada es entre 6 y 7 dólares sin descontar los impuestos.
Explica un guerrerense: “La mayoría de los sueldos en esta área es bajo, y se debe a que hay mucha demanda. Todos quieren trabajar, y con tal de no quedarse sin trabajo se alquilan a menor precio. A veces por eso se molestan lo gringos, porque ellos quieren que les paguen buenos sueldo, pero no los contratan porque notros, por la necesidad, tenemos que trabajar hasta por cinco dólares la hora”.
Aunado a esto hay que incluir que no hay transporte público, por lo que los gastos en gasolina son de entre 45 dólares a la semana.
Cuando no están trabajando en las fábricas trabajan en la “yarda” (el jardín) o como ayudantes de construcción o en restaurantes.

Guerrerense en Dalton
Mario Blanco es uno de los pocos guerrerenses que gana más de $10 dólares la hora en esa área; es mecánico automotriz. Trabaja en Acapulco en un taller mecánico; de lunes a sábado ganaba entre $3 mil pesos (aproximadamente $300 dólares) al mes. Al contrario de esto, Mario, en Dalton, gana $11 dólares la hora, trabaja 11 horas al día de lunes a sábado, es decir en 66 horas de trabajo a la semana gana $726 dólares. “Gano más del doble en una semana de lo que ganaba allá en un mes. Lo único difícil es que me tengo que despertar temprano y termino tarde –de las 07.00 a 18.00 horas—, pero que le voy a hacer tengo una familia que mantener”, afirma.
Blanco cruzó la frontera ilegalmente desde hace 5 años. Fue su compadre quien lo invitó y tan pronto supo que el trabajo abundaba, no lo pensó dos veces, y hasta que se estableció se llevó a su esposa e hijos; ella encontró un trabajo de temporada en una fábrica de alfombras.

No papeles: no trabajo
Para los guerrerenses en Dalton encontrar trabajo no es un problema, tan pronto como tienen una identificación –generalmente falsa— los empleadores los contratan.
Mario compró su tarjeta de Seguro Social falsa y su tarjeta verde (green card) falsa por $100 dólares hace cinco años.
Su tarjeta de Seguro Social es de un color azul pálido muestra el emblema de un águila Americana en un color rojo claro detrás de su nombre impreso y su número de Seguro Social. A simple vista parece auténtica y tiene el nombre real de Mario Blanco al igual que su Tarjeta Verde (las Tarjetas Verdes o Tarjetas de Alien Residente, otorgan el permiso a un inmigrante para trabajar y vivir en los Estados Unidos).
La mayoría de los inmigrantes ilegales en Dalton compran papeles falsos en Atlanta. Suelen ir hasta allá en grupo hacen el negocio por correo.
Un guerrerense nos afirmó que él se tomó las fotografías en Dalton y se las envió por correo a un hombre en Atlanta, quien hace identificaciones falsas para inmigrantes.

1 comentario:

sergio dijo...

Hola!
Estoy realmente sorprendido, por toda la informacion encontrada de los guerrerenses en estados unidos,sobre como estan organizados y las labores que realizan!. vengo de Mexico a traerles por fin a todos los paisanos el mezcal de su tierra; se llama MEZCAL GUERRERO, embotellado en Teloloapan y ya se vende en algunas tiendas en california.
Felicidades por la union que han logrado y por toda su labor!.
Sergio Vazquez Rosas
(714) 376 8152
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