jueves, 6 de mayo de 2010

Al otro lado del río

JAIME SALAZAR ADAME , I (*)

La rápida expansión de las comunicaciones y el transporte, la explosión demográfica acompañada de crecientes desigualdades internacionales, el colapso de estructuras económicas y sociales tradicionales, el escaparse de la tiranía, el hambre y las catástrofes, el sueño de una vida mejor en algún otro lugar del mundo, han empujado en las últimas décadas a un número sin precedente de personas a cruzar las fronteras nacionales, que ya rebasa los 40 millones de migrantes, nos dice el Informe que la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo presentó a la UNESCO en 1997.

Este fenómeno a gran escala fue fomentado por países como los Estados Unidos durante los años de rápida recuperación económica y escasez de mano de obra, especialmente para los trabajadores menos calificados, y que continúa aún con altibajos, y es precisamente un guerrerense que recabando información de manera directa a través de la técnica de la entrevista en profundidad y el reportaje, nos da a conocer los pormenores de los mercados laborales en los que dejan su huella nuestros paisanos, fundamentalmente de la región Norte, Centro, Montaña, Tierra Caliente y Costa Chica.

El joven periodista Marco Antonio Monge Arévalo tomó su grabadora con el deseo de establecer una distancia entre el lugar de residencia rutinaria y cotidiana y traspuso las fronteras para hacernos reflexionar acerca del cómo una nueva vida se presenta, como un anhelo natural a todo ser humano que requiere romper la circunstancia histórica que lo determina o condena.

Entonces describe que en el origen de la emigración hay una decisión personal o familiar motivada por una insatisfacción derivada de la disociación de las personas con su espacio cotidiano, esto lo hace en quince capítulos de su libro: Al otro lado del río, publicado marzo de 2009, por Miguel Ángel Porrúa y la LX Legislatura de la Cámara de Diputados.

No obstante, ya en entregas nos había anticipado lo que hoy felizmente constituye el libro, porque en sendos reportajes y artículos a través de las páginas de El Sur, y La Jornada Guerrero, del 7 de diciembre de 2004 al 8 de agosto de 2007, puso en circulación las ideas referentes a que buena cantidad de surianos sólo conciben la felicidad en el “lugar donde no están”. Y tal vez, eso nos haga creer que por algo se dice en la Biblia: “nadie es profeta en su tierra”.

Sin embargo, Monge Arévalo, constata que el verdadero origen de casi todas las emigraciones es una infelicidad que proviene de la falta de oportunidades. “Cuando la escasez es grande, abundan los deseos”, recuerda Ernest Bloch, por lo cual el ser humano desea “construir el cielo en la tierra”. Esta desigualdad puede darse en el pueblo natal o provenir de una rígida tradición familiar, un sistema político autoritario o una religión dogmática, expone el citado escritor.

No es de extrañar, entonces, que las migraciones guerrerenses fielmente retratadas por el autor, estén compuestas por los grupos sociales más pobres, desprotegidos y explotables. En muchas de las ciudades de más rápido crecimiento de los Estados Unidos, como Chicago, Illinois; Atlanta y Dalton en Georgia y Nueva York los inmigrantes de las regiones rurales, que generalmente hablan dialectos diferentes y practican sus costumbres regionales en torno de los santos patronos de sus pueblos de origen y la celebración de las fiestas patrias, fueron la razón para que se aglutinaran en clubes que los cohesionaban como guerrerenses y que les permitió realizar actividades políticas.

Éstos proceden de poblaciones de bajo nivel de ingresos, atraídos por mejores perspectivas que ofrece el ambiente cosmopolita, aceptan empleos no cualificados tales como la construcción, comercio, servicios, y particularmente el domestico, algunos empleos de riesgo como los que se enlistan en el Ejército, y los llamados esquineros o jornaleros que se encuentran en las calles a la espera de que alguna persona necesite de sus servicios.

El autor que no es precisamente un novel escritor, como se constata en la agilidad de su prosa, en 2005, ya nos había anticipado su interés por el tema de la emigración con su primer libro El Guerrero de allá. Los guerrerenses radicados en Chicago, Illinois.

Es licenciado en ciencias de la comunicación por la UAG, institución que le otorgó el título con la tesis La Internet como medio de socialización, de allí que ha ejercido su profesión de periodista en medios como: El Sol de Chilpancingo, El Sur, La Jornada de Guerrero; entre otros en el órgano quincenal de información histórica, como es el periódico cartel Así somos, que acertadamente dirige el escritor Juan Sánchez Andraka. También el Gobierno del Estado de Guerrero le confirió en 2004, el Premio Estatal de Ensayo, con el intitulado Tradiciones y costumbres guerrerenses en Chicago, símbolo de unión e identidad entre los migrantes-guerrerenses, y tiene en su haber algunos cuentos y la novela inédita: La verdad tras el espejo.

Cuando las condiciones económicas empeoran, la situación de estos trabajadores temporales de bajo nivel se deteriora inmediatamente y la población local reclama la expulsión de los advenedizos, es cuando se imponen las políticas de control con la vigilancia cada vez más estricta de la emigración clandestina, tal es el caso de la nefasta Ley Arizona.

En este contexto nos hace saber que el emigrante apuesta más o menos libremente a la que identifica con la tierra prometida de su elección por recomendación de familiares, amigos o paisanos, buscando con esperanza un futuro diferente, tierra prometida que en muchos casos se convierte en patria definitiva.


El texto es la primera parte publicado en La Jornada Guerrero, el jueves 06 de mayo de 2010.
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2010/05/06/index.php?section=opinion&article=002a1soc